Científicos exploran materiales innovadores, incluidos fluidos humanos, para desarrollar hábitats sostenibles en el planeta rojo. Las antiguas técnicas romanas inspiran soluciones futuristas.
Uno de los grandes retos del futuro de la exploración espacial es lograr la colonización de Marte. Este planeta, el cuarto en orden de distancia al Sol, es el único que, tras múltiples exploraciones con sondas y robots, parece ofrecer condiciones medianamente propicias para la habitabilidad humana. Aunque su entorno está lejos de ser ideal, expertos consideran que podría transformarse en un lugar habitable mediante esfuerzos técnicos e innovadores. Un paso crucial en este proceso es desarrollar formas de construir viviendas sostenibles en su inhóspita superficie.
Recientemente, un equipo de investigadores de la Universidad de Kharazmi, en Irán, ha presentado alternativas ingeniosas para la construcción en Marte. Estas opciones incluyen tanto ideas innovadoras como el rescate de técnicas ancestrales, algunas provenientes de la época romana. Aunque los romanos jamás imaginaron la posibilidad de colonizar Marte, enfrentaron desafíos similares al trabajar con recursos limitados para erigir estructuras duraderas. Entre sus soluciones se encontraba un tipo de hormigón que utilizaba sangre animal como aglutinante.
En la actualidad, los científicos sugieren un paralelismo curioso: si bien en Marte no hay animales, los astronautas podrían desempeñar un papel fundamental como fuente de materiales para la construcción.
El innovador AstroCrete La propuesta central del equipo iraní gira en torno al desarrollo de AstroCrete, un hormigón que combina regolito marciano—el material rocoso que cubre la superficie del planeta—con fluidos humanos. La clave de esta mezcla radica en la albúmina sérica, una proteína presente en el plasma sanguíneo, que actúa como aglutinante del regolito. Sin embargo, el material resultante presenta cierta fragilidad, lo que ha llevado a los científicos a buscar formas de reforzarlo.
Para mejorar su resistencia a la tracción, se propone la incorporación de urea, un compuesto presente en el sudor, las lágrimas y, principalmente, la orina humana. Este enfoque no solo aprovecha recursos disponibles in situ, sino que también minimiza la necesidad de transportar materiales desde la Tierra, un aspecto crítico debido al elevado costo y dificultad logística de los envíos interplanetarios.
Materiales sostenibles y soluciones extremas Aunque también se han explorado opciones como el uso de carbonato cálcico y azufre, ambos materiales requieren agua para su procesamiento, un recurso escaso en Marte. Esto ha llevado a los científicos a priorizar alternativas más viables, como el empleo de fluidos corporales.
Según el estudio, un solo astronauta podría generar suficientes fluidos en 72 semanas para fabricar materiales de construcción destinados a un nuevo habitante. Este proceso, aunque lento, sería sostenible y podría acelerarse con la participación de múltiples tripulantes.
Un esfuerzo que literaliza la expresión “sangre, sudor y lágrimas” La posibilidad de construir viviendas en Marte utilizando recursos humanos plantea preguntas éticas y técnicas. Sin embargo, también abre la puerta a una nueva era de innovación y adaptación, demostrando la capacidad del ser humano para encontrar soluciones frente a condiciones extremas. En última instancia, colonizar Marte no solo será un logro científico, sino también una prueba de nuestra capacidad para reinventarnos y superar cualquier obstáculo.