Organizaciones sindicales, políticas y de derechos humanos se unieron en una movilización histórica que duró 24 horas, reivindicando la memoria y resistiendo las políticas de ajuste. Con la presencia de las Madres de Plaza de Mayo y una multitudinaria participación, el evento recordó las luchas pasadas y actuales contra la represión y el desmantelamiento del Estado.
Resistir. Esa fue la consigna que resonó con fuerza en la Plaza de Mayo desde las 17 horas del viernes, cuando diversas agrupaciones sindicales, políticas, sociales y de derechos humanos se congregaron para dar inicio a la Marcha de la Resistencia, una movilización que se extendió durante 24 horas, hasta el mismo horario del sábado. La convocatoria, impulsada por la Asociación de Trabajadores del Estado (ATE) Capital durante una reunión multisectorial a principios de febrero en la Casa de las Madres, buscó reivindicar la lucha histórica de las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo, así como resistir las políticas actuales de ajuste y represión.
“Es fundamental acompañar a las Madres y a los compañeros de ATE Capital, quienes están librando una batalla heroica”, expresó Roberto Baradel, secretario general adjunto de la Confederación de Trabajadores de la Educación de la República Argentina (Ctera), en diálogo con este medio. Baradel enfatizó que la Ctera juega un papel clave en la construcción de unidad entre las distintas organizaciones que el Gobierno intenta presentar como “enemigos internos” para debilitar cualquier forma de oposición.
Un homenaje a la memoria histórica
La marcha, que comenzó con un llamado a través de los altoparlantes ubicados junto a la Pirámide de Mayo, revivió el espíritu de las históricas movilizaciones que las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo llevaron adelante durante la última dictadura cívico-militar en 1981. Tras los aplausos y vítores iniciales, los bombos y trompetas dieron paso a la entonación de un clásico canto de resistencia: “A pesar de las bombas, de los fusilamientos, los compañeros muertos, los desaparecidos, no nos han vencido”.
La columna de ATE Capital, una de las más numerosas y coloridas, encabezó la marcha con una enorme bandera horizontal que lucía los colores de la bandera argentina y el lema: “Una memoria que arde, una lucha que no se apaga”. Sombrillas verdes, blancas y multicolores, en representación de la diversidad sexual, acompañaron a los manifestantes, mientras que las rejas de la plaza se vieron adornadas con banderas de diversas juntas internas de ATE, como las del Hospital Ramos Mejía, la Casa de Moneda y exministerios como Educación, Justicia y Energía. Imágenes de Eva Perón, Juan Domingo Perón y Germán Abdala también estuvieron presentes, recordando a figuras emblemáticas de la lucha social.
Unidad en la diversidad
La movilización contó con una amplia participación de sindicatos pertenecientes a las dos Centrales de Trabajadores de la Argentina (CTA), entre ellos la CTERA, La Bancaria, el Sindicato de Prensa de Buenos Aires (Sipreba), la Unión de Empleados Técnicos de las Telecomunicaciones (Uettel) y el Sindicato de Trabajadores Químicos y Petroquímicos de Zona Oeste. También se hicieron presentes gremios docentes universitarios, acompañados por las banderas de los cuatro centros de estudiantes de la UBA recuperados por el peronismo kirchnerista en 2024.
Partidos políticos de diversas corrientes, como La Cámpora, Nuevo Encuentro, Kilómetro Cero, el Peronismo Militante, Puebla, el Partido Obrero, el Movimiento Socialista de los Trabajadores y el Partido de los Trabajadores Socialistas, también se sumaron a la convocatoria. Organizaciones sociales como Inquilinos Agrupados se hicieron presentes con una bandera que rezaba: “Basta de abuso inmobiliario”, denunciando las problemáticas actuales que afectan a los sectores más vulnerables.
Un llamado a la acción
Eduardo Tavani, presidente de la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos (APDH) Argentina, destacó la importancia de la marcha en un contexto histórico sumamente doloroso. “Quienes se movilizan están expresando y dando cuenta de una realidad oprobiosa”, afirmó Tavani, quien resaltó que la Marcha de la Resistencia es fundamental para enfrentar las políticas de ajuste y represión.
La llegada de la camioneta de las Madres de Plaza de Mayo generó una ovación espontánea entre los presentes. En pocos minutos, se instaló un gazebo donde se vendían remeras, llaveros, pines, gorras y tazas con la imagen de los icónicos pañuelos blancos. A pocos metros, la Mesa Ecuménica por la Democracia, la Vida y el Bien Común montó una carpa en la que se exhibía una imagen del Padre Mugica, símbolo de la lucha por los derechos humanos.
Voces desde la plaza
Luis, uno de los asistentes, buscó refugio de la lluvia bajo la carpa de la Mesa Ecuménica. “Lo que pasó en la exESMA con la censura del artista joven [Milo J] me indignó tanto que quise venir, porque algo hay que hacer”, expresó con firmeza. Por su parte, Aylén, otra manifestante, destacó la importancia de la lucha colectiva. “Un pueblo sin memoria no tiene identidad y tampoco tiene futuro”, afirmó, criticando la falta de conducción de algunos líderes políticos y gremiales. “No es momento para estar quietos, sino de que los dirigentes estén a tono con la demanda del pueblo”, reclamó.
Conclusión
La Marcha de la Resistencia no solo fue un acto de memoria, sino también un llamado a la acción en un contexto de creciente represión y ajuste económico. Con una participación masiva y diversa, la movilización demostró que, a pesar de las adversidades, la lucha por la justicia y los derechos sigue viva. Como bien lo expresó Baradel: “Una memoria que arde, una lucha que no se apaga”.