Los ministerios de Seguridad y Defensa avanzan en un plan para reforzar los controles en zonas fronterizas, con posible participación de las Fuerzas Armadas. La iniciativa, comparada con la agenda migratoria de Donald Trump, genera controversias y críticas por su falta de claridad y adaptación a la realidad local.
En un movimiento que evoca la política de militarización de fronteras impulsada por el ex presidente estadounidense Donald Trump, los ministerios de Seguridad y Defensa de Argentina están diseñando un operativo para intensificar los controles en zonas estratégicas como la Triple Frontera y otros pasos limítrofes. Este plan, que incluye la posible intervención de las Fuerzas Armadas, ha despertado un intenso debate sobre sus objetivos reales y su eficacia.
La iniciativa cobró fuerza tras el anuncio de la construcción de una valla de 200 metros en la frontera entre Aguas Blancas, Salta, y Bolivia. Ahora, el gobierno nacional evalúa ampliar esta estrategia a otras regiones, aunque aún no está claro qué rol específico desempeñarían los militares en áreas donde ya operan fuerzas de seguridad y agentes de inteligencia. Algunos funcionarios sugieren que su participación se limitaría a tareas de adiestramiento y logística, mientras que otros insinúan que podrían asumir funciones de vigilancia y control.
La ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, ha sido una firme defensora de la intervención militar en asuntos de seguridad interior. Este enfoque se vio reforzado en diciembre pasado con la publicación de dos decretos que modificaron la Ley de Seguridad Interior y la de Defensa Nacional. Estos cambios permiten que las Fuerzas Armadas actúen no solo ante amenazas de otros Estados, sino también frente a “actores no estatales”, como organizaciones terroristas y redes transnacionales.
El ministro de Defensa, Luis Petri, celebró estas modificaciones, afirmando que ahora las Fuerzas Armadas podrán desplegarse en zonas fronterizas para “proteger a la Nación donde más se necesita”. Sin embargo, críticos como la exministra de Seguridad Sabina Frederic advierten que estas medidas carecen de una evaluación seria de los problemas reales en las fronteras. “Copiar la agenda de Trump sin adaptarla a la realidad argentina es un error. No dan cuenta de cuál es el problema ni cómo resolverlo”, sostuvo Frederic.
Controversias y críticas
El plan ha sido cuestionado por su falta de claridad y por la posible instrumentalización de las Fuerzas Armadas en tareas para las cuales no están entrenadas. Además, se ha señalado que la militarización de las fronteras podría exacerbar tensiones en regiones donde ya existen desafíos complejos, como el contrabando y el narcotráfico. En 2024, al menos 40 gendarmes fueron implicados en casos de corrupción relacionados con estos delitos, lo que pone en duda la eficacia de aumentar la presencia militar sin antes abordar problemas internos.
Por otro lado, los decretos emitidos en diciembre han sido interpretados como una intromisión en las facultades legislativas. El decreto 1107, por ejemplo, permite que las Fuerzas Armadas intervengan en la custodia de “objetivos de valor estratégico”, una definición tan amplia que podría incluir desde puertos hasta plazas públicas. Mientras tanto, el decreto 1112 modifica la Ley de Defensa para permitir la actuación militar ante “nuevas amenazas”, un concepto vago que podría abarcar desde el crimen organizado hasta el narcotráfico.
Reacciones y perspectivas
La vicepresidenta Victoria Villarruel se ha manifestado en contra de esta intervención militar en asuntos internos, argumentando que “la función de las Fuerzas Armadas no es combatir a civiles”. Por su parte, el exministro de Defensa Agustín Rossi criticó la estrategia, calificándola como un intento de “copiar la política antiinmigratoria de Trump” sin una base legal sólida.
Desde el Observatorio de Políticas de Seguridad de la Provincia de Buenos Aires, Angela Oyhandi señaló que las declaraciones de Bullrich, quien admitió que aún están “evaluando los puntos estratégicos”, restan seriedad al plan. “Cada territorio tiene sus especificidades, actores y tramas. No se puede aplicar una política sin entender esas realidades”, afirmó.
Conclusión
Mientras el gobierno insiste en que la militarización de las fronteras es necesaria para combatir el contrabando, el narcotráfico y la trata de personas, las críticas apuntan a que se trata de una medida más simbólica que efectiva. Sin una estrategia clara y adaptada a las necesidades locales, el riesgo de que esta iniciativa se convierta en un “show” político, similar al de Trump, parece cada vez más probable. La falta de precisiones y el descontento dentro de las propias Fuerzas Armadas sugieren que el camino hacia una solución real sigue siendo incierto.