El meteorito 2024 YR4 genera alerta mundial: científicos analizan posibles zonas de impacto y estrategias de desvío

Descubierto en diciembre de 2023, el asteroide 2024 YR4 podría acercarse peligrosamente a la Tierra en 2032, con una probabilidad de colisión del 2,3%. Expertos de la NASA ya trabajan en identificar las regiones más vulnerables y evalúan métodos para evitar un potencial desastre.

El descubrimiento del meteorito 2024 YR4, realizado el 27 de diciembre del año pasado, ha puesto en alerta a astrónomos y astrofísicos de diversas agencias espaciales a nivel global. Según los primeros análisis, este cuerpo celeste podría pasar muy cerca de nuestro planeta en 2032, con una probabilidad de impacto del 2,3%. Aunque las cifras pueden parecer bajas, la posibilidad ha sido suficiente para movilizar a la comunidad científica y encender las alarmas en torno a un evento potencialmente catastrófico.

David Rankin, ingeniero del Proyecto Catalina Sky Survey de la NASA, ha sido uno de los primeros en advertir sobre los riesgos. A través de su teoría del “corredor de la muerte”, una franja imaginaria que atraviesa gran parte del planeta, Rankin ha identificado las zonas más propensas a recibir el impacto del asteroide. Según sus cálculos, las regiones afectadas incluirían el extremo superior de América del Sur, el sur de Asia, el mar Arábigo, el norte de África y el océano Pacífico.

Entre los países que podrían verse más expuestos se encuentran India, Venezuela, Pakistán, Ecuador, Bangladesh, Etiopía, Colombia, Sudán y Nigeria. Rankin ha explicado que el lugar exacto del impacto dependerá de la rotación terrestre en el momento de la llegada del meteorito, el cual descendería a una velocidad aproximada de 60.000 kilómetros por hora.

A pesar de la gravedad de la situación, los expertos han llamado a la calma. “Es preciso no entrar en pánico, ya que de momento no se ha confirmado el impacto”, señalaron los responsables del seguimiento del asteroide. No obstante, la NASA ya ha redirigido algunos de sus telescopios más avanzados hacia el 2024 YR4, el cual ocupa el nivel “3” en la Escala de Riesgo de Turín, indicando un peligro moderado.

Estrategias para evitar el desastre

Ante la posibilidad de un impacto, los científicos han comenzado a evaluar diversas estrategias para desviar la trayectoria del meteorito. Entre las opciones consideradas se encuentran el uso de una bomba nuclear, láseres solares o impactadores cinéticos. Este último método buscaría alterar el curso del asteroide mediante el choque controlado de un objeto contra su superficie.

El 2024 YR4 tendrá una primera aproximación a la Tierra en diciembre de 2028, lo que permitirá a los astrónomos estudiar con mayor detalle sus dimensiones y velocidad. Según las estimaciones actuales, basadas en la luz que refleja, el meteorito tendría un tamaño de entre 40 y 90 metros de ancho. Sin embargo, estas cifras podrían ajustarse con observaciones más precisas en el futuro.

Un evento comparable a Tunguska

De producirse el impacto, las consecuencias podrían ser devastadoras. Se estima que el meteorito afectaría un perímetro de 2.150 kilómetros cuadrados, equivalente a casi 11 veces el tamaño de la Ciudad de Buenos Aires. El desastre sería comparable al evento de Tunguska, ocurrido en 1908, cuando un asteroide arrasó más de 2.000 kilómetros cuadrados de bosque en Siberia.

Para obtener más información sobre el 2024 YR4, los científicos planean utilizar el Telescopio Espacial James Webb durante los primeros días de marzo. Este momento será crucial, ya que permitirá determinar con mayor exactitud las dimensiones y la órbita del asteroide. La elección de marzo no es casual: los telescopios convencionales no logran captar con precisión la luz que emana el cometa en otras épocas del año.

Además, en mayo, el telescopio espacial volverá a enfocar su atención en el 2024 YR4, ya que en abril el asteroide se perderá de vista desde los observatorios terrestres. Este seguimiento continuo será esencial para monitorear cualquier cambio en su trayectoria y evaluar las medidas necesarias para proteger al planeta.

Mientras tanto, la comunidad científica sigue trabajando en conjunto para desentrañar los misterios de este visitante celeste y asegurar que, en caso de peligro inminente, la humanidad esté preparada para actuar.

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