El presidente argentino afirmó que el Banco Central cuenta con USD 5.000 millones para controlar el dólar y reveló un controvertido plan para esquivar la autorización del Congreso en la obtención de nuevos fondos.
Las recientes declaraciones del presidente de Argentina, Javier Milei, han encendido las alarmas en el Fondo Monetario Internacional (FMI), en momentos en que el país negocia un nuevo programa financiero con el organismo multilateral. En un contexto de frágil estabilidad económica, Milei aseguró que el Banco Central dispone de USD 5.000 millones para mantener la cotización del dólar bajo control. Además, expuso un esquema diseñado para evitar la intervención del Congreso en la gestión de nuevos créditos.
Control del dólar y las reservas: las cartas de Milei
Durante una conferencia, el mandatario reveló detalles sobre la estrategia oficial. “Estamos protegiéndonos ante un posible evento extremo, como que todas las empresas decidan transferir sus dividendos acumulados al exterior simultáneamente. Gracias a la suspensión de la emisión monetaria, logramos adquirir USD 5.000 millones y realizamos el pago de USD 4.500 millones a los bonistas”, explicó. Además, aseguró que “tenemos USD 5.000 millones que debemos devolver al mercado. Esto significa que contamos con un margen amplio”.
Sin embargo, desde el FMI calificaron estas declaraciones como inoportunas y problemáticas. Un exfuncionario del organismo señaló a LPO que “el Fondo no puede otorgar préstamos para sostener precios artificialmente ni respaldar el uso de dólares con esa fin. Eso sería financiar fuga de capitales, algo expresamente prohibido por los estatutos”.
El antecedente argentino y las resistencias del FMI
El informe reciente de la Oficina de Evaluación Independiente (OEI) del FMI, que analiza experiencias previas de financiamiento excepcional en diversos países, incluida Argentina, también pone en evidencia fallos estructurales en los programas del organismo. Según la auditoría, los préstamos no lograron catalizar inversiones privadas y se criticó la falta de coherencia en la política crediticia aplicada a distintos países.
La historia reciente juega en contra de Argentina. El país arrastra la desconfianza del organismo tras el colapso del acuerdo firmado en 2018, que llevó a la salida de figuras clave como Christine Lagarde y Alejandro Werner. Esta herencia complica el camino hacia un nuevo entendimiento, mientras el gobierno de Milei busca obtener USD 11.000 millones en financiamiento mediante acuerdos con el FMI y fondos de inversión privados.
Un plan que desafiaba al Congreso
En un movimiento polémico, el Ejecutivo plantea un mecanismo para eludir la Ley de Financiamiento Externo, que exige aprobación legislativa para nuevos endeudamientos. Según Milei, el esquema consistía en que los nuevos fondos, gestionados a través del FMI o inversores privados, se utilizan para cancelar letras en manos del Banco Central, permitiendo que la entidad incremente sus reservas sin que técnicamente se considere “nueva deuda”.
Este diseño ha generado críticas entre economistas y analistas. Mariano Flores Vidal, exgerente del Banco Central, aclaró que “el acuerdo con el Fondo se basa en la variación de reservas netas, pero el manejo propuesto por el gobierno podría interpretarse como una maniobra para disfrazar deuda como un simple movimiento de activos”.
El desafío del gobierno para 2024
El acuerdo vigente con el FMI establece que el Banco Central debe acumular USD 9.700 millones en reservas netas para fines de 2024, un objetivo que parece cada vez más lejano. A esto se suma la tensión generada por las declaraciones de Milei, quien negó retrasos cambiarios y cuestionó a figuras como Domingo Cavallo, calificando sus comentarios como “irritantes e insultantes”.
Mientras tanto, la incertidumbre económica persiste. La relación entre el gobierno argentino y el FMI transita un terreno complejo, en el que cada declaración y decisión tienen el potencial de alterar el rumbo de las negociaciones y, por ende, del futuro financiero del país.