El gobierno celebra la apreciación de los dólares financieros y la reducción de la brecha cambiaría como signos de confianza, aunque la esperada inversión productiva no se materializa. La situación cambiaría coloca a Argentina en una posición de alto costo regional y genera dudas sobre la sostenibilidad del crecimiento.
El gobierno ha vivido una semana de celebraciones. La reciente victoria de Donald Trump en las elecciones de Estados Unidos desencadenó un renovado interés por los bonos y acciones argentinas. Los mercados recibieron con entusiasmo las expectativas de financiamiento e inversión extranjera en sectores estratégicos como la energía y la minería. Algunos analistas son optimistas, anticipando que esta tendencia podría traducirse en un significativo ingreso de divisas para el país en los próximos años. Sin embargo, en la práctica, los dólares del exterior aún no han comenzado a fluir, mientras que Argentina ya muestra un nivel de precios más alto que Brasil, una situación históricamente problemática.
El equipo económico, a mediados de este año, había prometido que sus políticas de emisión controladas y ajuste fiscal permitirían una caída del dólar financiero hasta los 1,100 pesos. En ese momento, los inversores mostraron escepticismo respecto a la capacidad del gobierno para estabilizar las variables macroeconómicas, aumentar las reservas y mantener el superávit fiscal. Para entonces, el dólar blue, el dólar MEP y el contado con liquidación rondaban los 1.400 pesos.
Tres meses después, las expectativas del equipo económico parecen haberse concretado. La implementación de un plan de blanqueo de capitales, la crisis en el mercado interno y una renovada estrategia de carry trade resultaron clave para promover la apreciación nominal de los dólares financieros. Recientemente, el dólar blue ha llegado a bordear los 1,100 pesos, un valor impagado hace solo un año. La brecha cambiaria frente al dólar oficial se ha reducido a menos del 14%.
Celebración y Alerta
El gobierno no ha dudado en celebrar estos resultados, convencido de que el camino está allanado para el crecimiento económico, el control de la inflación y una estabilidad cambiaria sostenida. La victoria de Trump se presenta como una especie de respaldo para Argentina, similar a un “prestamista de última instancia”.
No obstante, el optimismo del equipo económico podría estar fuera de lugar. La apreciación cambiaria de los últimos meses no proviene de una masiva entrada de inversiones productivas. Los dólares destinados a la economía real aún no han aparecido, y su llegada sigue siendo incierta. Hasta ahora, la inversión especulativa de corto plazo ha sido la principal beneficiada.
El gobierno interpreta la apreciación cambiaria como un símbolo de confianza y como un buen augurio para el éxito de su programa económico. Sin embargo, esto podría convertirse en un riesgo. Los precios en dólares del mercado argentino ya son más elevados que en otros países de la región e incluso en algunas economías europeas. Informes recientes resaltan la desventaja competitiva que enfrenta el país en términos de tipo de cambio.
Uno de los indicadores más impactantes es la relación real entre el peso argentino y el real brasileño. El tipo de cambio actual de 1.100 pesos convierte a esta temporada en una de las mejores para que los argentinos viajen a Brasil desde la época de la convertibilidad. A fines de 1999, el tipo de cambio era casi idéntico al actual, ajustado a los precios de hoy.
Impacto en la Industria y el Comercio
La diferencia cambiaria no solo afecta al turismo. A medida que Brasil se vuelve más barato en términos relativos, la industria argentina pierde competitividad, lo que podría provocar el cierre de pequeñas y medianas empresas, un incremento del desempleo y una distribución de ingresos aún más desigual.
Argentina parece, una vez más, al borde de una encrucijada. La esperada inversión productiva parece una fantasía, mientras que el financiamiento de organismos internacionales y fondos globales se sigue demorando. Por otro lado, los gastos en dólares del país están en aumento. Se espera que el turismo hacia el exterior genere un importante déficit en los próximos meses, mientras que las importaciones podrían incrementarse, sobre todo si el crédito al consumo reactiva la economía y el dólar barato impulsa la compra de bienes provenientes de Brasil.