El sistema eléctrico tambalea ante el calor extremo

El Gobierno recurre a importar energía de países vecinos para evitar un colapso energético. El aumento histórico en el consumo de electricidad pone en evidencia las fragilidades del sistema energético argentino.

En medio de una intensa ola de calor que afecta al país, el sistema eléctrico argentino enfrenta una situación crítica. Este jueves, el consumo de energía alcanzó niveles históricos, obligando al Gobierno a buscar soluciones urgentes. La Secretaría de Energía optó por importar electricidad desde Brasil, Bolivia y Paraguay para satisfacer una demanda que amenaza con superar el récord de 29.653 megavatios alcanzado en febrero de 2024.

La estrategia del Gobierno, encabezado por Javier Milei, incluyó la activación del denominado “Plan Verano” para fortalecer el sistema eléctrico. Sin embargo, los resultados hasta el momento han sido insuficientes, y el país continúa dependiendo en gran medida de la energía proveniente del extranjero. En este contexto, Brasil se ha convertido en el principal salvavidas, aportando más de 1.760 megavatios hora (MVh) de energía durante los últimos días.

Un consumo sin precedentes

El pasado lunes, los indicadores dejaron en claro la magnitud del problema: el consumo de energía alcanzó los 24.500 MVh, con una capacidad disponible apenas superior a los 29.000 MVh. A pesar de la importación de energía desde los países vecinos, el sistema opera al borde de su capacidad, incrementando la presión sobre la red local y exponiendo las debilidades estructurales del sector.

Además, el costo de la energía importada representa un desafío económico significativo. Mientras que la producción interna de electricidad es más económica, la dependencia de fuentes externas incrementa notablemente los gastos del Estado, agudizando el déficit energético.

El rol de las represas y la mejora hídrica

Un aspecto positivo en medio de la crisis ha sido el aumento de la producción en las represas hidroeléctricas de Comahue y Salto Grande. Estas instalaciones, que habían sido afectadas por la prolongada sequía, están comenzando a recuperar niveles de operatividad gracias a una mejora en las cuencas acuíferas. Sin embargo, este avance aún no es suficiente para cubrir la creciente demanda.

La capital del país, Buenos Aires, registró un dato alarmante: durante los picos de consumo, no aportó energía al sistema, dependiendo totalmente de otras regiones y de la energía importada. Esta situación refleja la necesidad urgente de mejorar la infraestructura y diversificar las fuentes de generación.

Perspectivas sombrías para los próximos días

Los pronósticos climáticos no auguran un alivio inmediato. Según Cammesa, las temperaturas podrían superar los 40 grados en varias provincias hasta el 16 de enero, lo que aumentaría aún más la demanda energética. En este escenario, si las importaciones no logran cubrir las necesidades del sistema, los cortes de energía serán inevitables.

Para mitigar la situación, Argentina ha intensificado la compra de energía a Brasil, sumando 2.000 MW diarios, equivalentes al 10% del consumo total. Las lluvias recientes en Brasil han permitido a ese país incrementar su producción hidroeléctrica, beneficiando indirectamente a Argentina. Bolivia y Paraguay también han contribuido con envíos menores de electricidad.

No obstante, algunas soluciones alternativas, como el uso de barcos generadores de energía flotantes, fueron descartadas debido a la falta de infraestructura necesaria para su implementación.

Conclusión: Un sistema al límite

La situación energética argentina requiere medidas estructurales urgentes. La dependencia de la importación de energía y las limitaciones del sistema local exponen la fragilidad del sector frente a condiciones extremas como las actuales. Mientras tanto, el calor sigue poniendo a prueba la capacidad del sistema eléctrico, y los usuarios enfrentan la incertidumbre de posibles cortes en pleno verano.

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